La misión del Profeta (P)



Etapas tempranas de la misión del Profeta (P)
De la clandestinidad a la luz del día.

Bismillahi Rahmani Rahim
En nombre de Allah, el Beneficiente, el Compasivo.

Desde la noche del mes de Ramadán en que recibió las primeras revelaciones en la cueva de Hira’, no cesó el Profeta (Paz y bendiciones sobre él) de invitar a las personas más cercanas a él a dejar la idolatría y adorar a un solo Dios. No dejó de incrementarse el número de fieles que vieron en el Islam una verdadera ventana que libera al hombre de la servidumbre y la tiranía de sus congéneres, emancipándolo y haciendo que dirija su devoción, amor y servidumbre a Aquel quien realmente es digno de ellas. La primera en aceptar el mensaje del Profeta (Paz y bendiciones sobre él) fue su amada mujer Jadiya, quien permaneció junto a él apoyándole y reafirmándole hasta la muerte de esta.

Primero aceptaron el mensaje algunos de sus familiares más cercanos, sus amigos más íntimos, y luego los más desfavorecidos de la población de la Meca. Expandiéndose el círculo de iluminación y purificación cuyo epicentro es el alma pura del Mensajero de Al-lah (P), guiada por la revelación y apoyada por  el cuidado divino.

Todo ello ocurría en secreto, durante un periodo de varios años que permitió al Mensajero de Al-lah (Paz y bendiciones sobre él) cimentar, en las almas de dichos hombres y mujeres, una fuerte y correcta fe en Al-lah, una fe cuyas raíces salen de la frase que cambió la historia para siempre, y sacó a la humanidad de las tinieblas a la luz: “La ilaha Illa Al-lah” (No hay dios más que Al-lah).

Así sus corazones se unieron sobre esta firme base, creando una hermandad indeleble y un amor insuperable tanto hacia Al-lah y su mensajero como entre ellos. Eran semillas de bondad y honestidad que iban siendo cultivadas paulatinamente por Muhammad (conocido como “El Honesto” (Al Amín) entre los mismos idolatras de la Meca mucho antes de recibiese el mensaje y le fuese encomendada su misión). Una purificación tanto espiritual como física que preparaba a los seguidores de Muhammad (Paz y bendiciones sobre él) para ser los hombres que cambiarían la historia para siempre.

El profeta (paz y bendiciones sobre él) les exhortaba a tener compasión y piedad tanto con sus congéneres como con el resto de criaturas, a perdonar a sus enemigos, a ser amables y caritativos, a tener lealtad y honradez, paciencia y perseverancia, a adoptar las virtudes más supremas y seguir su ejemplo y su luz, después de que pertenecieran a una sociedad politeísta y oscurantista.

Inevitablemente, corrieron rumores por las calles de la ciudad de que Muhammad (Paz y bendiciones sobre él) les había traído una nueva religión, hasta el punto de convertirse en el tema más debatido en las reuniones y conversaciones de sus habitantes. Las primeras fisuras religiosas en la sociedad Mequí. Una sociedad que aunque poseía las características de nobleza y generosidad comúnmente prevalecientes entre los árabes de la época, era una sociedad básicamente mercantil y por consecuencia, dominada por una burguesía esencialmente xenófoba y aprofóbica (que sentía desprecio al pobre). Una sociedad en la que prevalecía la desigualdad, la opresión a los más desfavorecidos, una esclavitud que despojaba a los esclavos de su humanidad y los consideraba como meros objetos, así como una terrible explotación sexual que sufrían las mujeres. No es de extrañar por lo tanto que algunas de las personas pioneras desde el alba del Islam fueran mujeres.

Teniendo en cuenta estos factores junto a muchos otros como el dominio y el estatus de la tribu de Quraish en la península arábiga, la importancia tanto económica como religiosa de su ciudad (La Meca), etc. es obviamente lógico que las clases dominantes no fueran a escatimar esfuerzos en sofocar cualquier manifestación de rebeldía (especialmente cualquiera de carácter religioso) y evitar cualquier estallido social. En realidad, este acérrimo proteccionismo frecuentemente no se debía a una genuina devoción a sus ídolos y dioses, sino al miedo a perder su estatus y poder, a poner en duda su autoridad heredada por linaje o adquirida por amasar fortunas. El orden Social de la Meca era un verdadero caudal de oro para las clases dominantes, y para ellos la idea era clara: pase lo que pase, no dejarían que ello cambiase.

No obstante, nunca se imaginaban que por muchos planes que trazaran y complots que tejieran entre ellos, Al-lah (alabado y glorificado sea) iba a cumplir su  voluntad y realizar la victoria del Profeta (Paz y bendiciones sobre él) de la forma más sutil y en las condiciones aparentemente más adversas. Y así se cumple la promesa de Al-lah (alabado y glorificado sea): “Quieren apagar la luz de Al-lah con sus bocas, pero Al-lah siempre hace culminar Su luz por mucho que les pese a los incrédulos.” [61:8]

Mientras tanto el Profeta (Paz y bendiciones sobre él) había reunido un grupo de fieles que se congregaba en la casa de Al Arqam Ibn Al Arqam, para recibir sus enseñanzas, memorizar las partes del Corán que le iban siendo revelados gradualmente. Dichas partes Coránicas que fueron reveladas en la ciudad de Meca (antes de la emigración a la ciudad de Madina), conocidas como el Corán Mequí, se centran esencialmente en temas de fe, estableciendo las bases firmes de la creencia islámica. Normalmente, sin contener prescripciones en materia de adoración.

En dicha casa acudían ricos y esclavos, blancos y negros, desapareciendo cualquier tipo de distinción racial o social entre ellos. Algo anteriormente tan escandaloso como sentarse con un esclavo y aprender de él, se convertió en algo totalmente natural en el Islam.

El profeta (paz y bendiciones sobre él) les exhortaba a evitar confrontaciones con los  no-musulmanes. Partiendo de la base de la libertad de todo el mundo a creer o no.

“No cabe coacción en religión. La buena dirección se distingue claramente del descarrío. Quien no cree en los falsos dioses y cree en Alá, ciertamente se ha aferrado a la cuerda más segura, aquella en la que no cabe ninguna fisura. Al-lah es todo Oyente, Omnisciente.” [2:256]

Muchos escolásticos de la Sira (La biografía del Profeta (Paz y bendiciones sobre él)) denominan este período de los inicios del islam en la Meca como “La misión clandestina” (Al Da’ua As-Sirriya), cuando en realidad se tenía pleno conocimiento en la Meca de la misión del Profeta (Paz y bendiciones sobre él) desde el principio, y tampoco fue exactamente su intención mantenerla en secreto, sino simplemente enfocarla al individuo para fortalecer el colectivo, permitiendo así una formación más pormenorizada a personas que se encargarían de llevar a cabo un desarrollo humano a escala universal.   

Tres años más tarde, fue revelada  la ayah 214 del capítulo 26: “Y advierte a tu pueblo más cercano.” Ordenándole al Profeta (P) ampliar su misión y hacer llegar de forma pública su mensaje al resto de su clan de Quraish. Esto pudo haber puesto al mensajero (Paz y bendiciones sobre él) ante un dilema. Dividido entre el amor y el cariño que siempre sintió por el pueblo de la Meca, su gente y sus familiares, y entre su deber ético de hacer llegar el mensaje divino que le fue encomendado y no temer a nadie en su misión excepto a su remitente. Como no podía ser de otra forma, el Profeta (Paz y bendiciones sobre él) puso su amor y devoción por Al-lah por encima de cualquier tipo de relación familiar o lealtad al clan.

Es una nueva etapa en la misión profética de Muhammad (Paz y bendiciones sobre él), desde ese momento, fue claro lo inevitable que era la confrontación. Eran dos fuerzas opuestas, dos visiones antónimas. Por una parte, una élite Quraishí tradicionalmente bélica, violenta e inflexible (lo cual se iba a traducir en varios conatos de agresión y hasta de asesinato contra el Profeta (P)), por otra, el mensajero de Al-lah, aparentemente indefenso (digo aparentemente ya que en realidad nunca dejó de disponer del amparo de Al-lah), desarmado, pacífico, pero con un mensaje que revolucionaría no sólo la ciudad de Meca, sino el mundo entero.

Básicamente, se puede resumir la misión del mensajero de Al-lah misión en el establecimiento de un monoteísmo puro y absoluto, y en llevar una vida regida por una conducta ética y moralmente correcta (tanto a nivel individual/personal como colectivo/social). La igualdad absoluta entre pobres y ricos, blanco y negros, hombres y mujeres, a la que invita el profeta (paz y bendiciones sobre él) era irreconciliable con los intereses de los líderes de los clanes de Quraish. Simplemente era la verdad contra la falsedad, una era dominada por el mito y la superstición contra una nueva era marcada por el uso del raciocinio iluminado por la revelación divina. Un régimen antiguo frente la aspiración decidida a liberarse de dicho régimen. Una oposición reflejada por las siguientes dos aleyas respectivamente:

“Y cuando se les dice: Venid a lo que Al-lah ha hecho descender y al Mensajero, dicen: Tenemos bastante con aquello en lo que encontramos a nuestros padres. ¿Y si sus padres no sabían nada y carecían de guía?” [5:104]

“¿Es que no van por la tierra teniendo corazones con los que comprender y oídos con los que oír? Es verdad que no son los ojos los que están ciegos sino que son los corazones en los pechos los que están ciegos.” [22:46]

Y así pues, al recibir el Profeta (P) la orden de divulgar el Islam de forma pública, salió y llamó a su clan (los Banu Hashim) reuniéndose así unas cuarenta y cinco personas alrededor de él. No obstante su tío Abu Lahab (título que se dio a Amr Ibn Hisham) trató de boicotear la congregación y disipar la muchedumbre. El Profeta (P) insistió, y la reunió de nuevo y pronunció lo siguiente: “Alabado sea Al-lah, le doy las gracias, en Él busco ayuda, creo en Él y en Él me apoyo, y doy testimonio de que no hay Dios excepto Al-lah, solo sin asociados.” Y prosiguió: “Ciertamente un líder no miente a su pueblo, y juro por Al-lah quien no hay Dios excepto Él, yo soy el mensajero de Al-lah a vosotros en exclusiva y a la humanidad en general, juro por Al-lah que moriréis del mismo modo que dormís, seréis resucitados tal y como despertáis, seréis juzgados por aquello que hacéis, y será o un eterno paraíso o un eterno infierno.”

En otro llamamiento del Profeta (P), este subió a un montículo de la ciudad de la Meca llamado Al Safá y llamó a las tribus de Quraish, una por una, les dijo: "¿Me creeríais si os dijera que detrás de este monte se esconde un ejercito que quiere atacaros?"  dijeron: "Nunca te hemos oido mentir." Entonces les respondió: "Entonces, en verdad os digo que soy un advertidor para vosotros de cara a un castigo severo. Pueblo de Quraish, comprad vuestras almas de Al-lah, salvaos del infierno, porque ciertamente yo no poseo beneficio ni prejuicio para vosotros, y no os serviré de nada ante Al-lah.” Y Así fue nombrando una a una las tribus de la Meca y repitiendo las mismas advertencias a cada una de ellas, hasta dirigirse a su propia hija Fátima diciendo: “Fátima, hija de Muhammad, pide cuanto quieras de mis posesiones, pero sálvate del infierno, porque yo no poseo beneficio ni prejuicio algunos para ti, y no te sirvo de nada ante Al-lah.” Y concluyo dirigiéndose a todos diciendo: “Excepto que tenéis unas relaciones de parentesco conmigo a las que les daré su debido valor”.

Es un llamamiento advirtiendo del hecho de que las cadenas del tribalismo que hasta entonces marcaban las vidas de los árabes y regulaban sus interacciones se habían fundido y disuelto, y que la relación con Al-lah prima por encima de cualquier otro tipo de lazo familiar o vinculo social.

Ese fue el panorama hasta que se reveló el versículo 94 del capítulo ¡Anuncia lo que se te ordena y apártate de los asociadores (idolatras)!Ordenando que la misión se hiciera definitivamente pública y manifiesta. Y así, el mensajero de Al-lah (P) empezó a invitar a las gentes de la Meca, acudiendo a sus reuniones, en los mercados, en las calles, en solitario y en muchedumbres. Empezó a rezar en los alrededores del la Kaaba (el santuario más sagrado) a plena luz del día, y a recitar ante los no musulmanes versículos del libro de Al-lah, llenos de luz y guía, que les dejaban atónitos con su dulce armonía, sus inigualable estilo y sus insondables e inacabables milagros. Algunos le tachaban de poeta, algunos de lunático y otros de hechicero.
El indescriptible poder del Corán y sus efectos instantáneos que tiene sobre los corazones abiertos a la luz no se hicieron esperar ya que varios de los enemigos más antagónicos decidieron entrar en el Islam nada más oír el
Corán recitado. Tanto fue la inquietud de los incrédulos que se ponían algodón en las orejas, y advertían a toda persona foránea que no se acercase al Profeta (P).
Poco a poco, el Islam fue ganando nuevos adeptos, uno por uno, fueron incrementando el número de fieles entre sus filas, hasta dividirse profundamente la sociedad Quraishí, entre los seguidores del Profeta (P) por un lado, y por otro los no musulmanes que permanecían en su idolatría. No obstante, al incrementarse el número de nuevos musulmanes, se intensificó el abuso diário que sufrían por parte de los no musulmanes, convirtiéndose en una continua tortura y una verdadera persecución religiosa, dirigida especialmente a los individuos más vulnerables. Esta situación empujó al profeta (P) a invitar a algunos de sus seguidores a emigrar a Abisinia. Espero tratar esta emigración en busca de cobijo con el rey cristiano de Abisinia en una próxima entrada.


Wassalaamu alaikum wa rahmatul-lah
Y que la Paz y la misericordia de Al-lah estén con vosotros.
Etapas tempranas de la misión del Profeta (P)
De la clandestinidad a la luz del día.

Bismillahi Rahmani Rahim
En nombre de Allah, el Beneficiente, el Compasivo.

Desde la noche de Ramadán en que recibió las primeras revelaciones en la cueva de Hira’, no cesó Profeta (Paz y bendiciones sobre él) de invitar a las personas más cercanas a él a dejar la idolatría y adorar a un solo Dios. No dejó de incrementarse el número de fieles que vieron en el Islam una verdadera ventana que libera al hombre de servidumbre y la tiranía de sus congéneres, emancipándolo y haciendo que dirija su devoción, amor y servidumbre a Aquel quien realmente es digno de ellas. La primera en aceptar el mensaje del Profeta (Paz y bendiciones sobre él) fue su amada mujer Jadiya, quien permaneció junto a él apoyándole y reafirmándole hasta la muerte de esta.

Primero aceptaron el mensaje sus familiares más cercanos, sus amigos más íntimos, y luego los más desfavorecidos de las población de la Meca. Expandiéndose el círculo de iluminación y purificación cuyo epicentro es el alma pura del Mensajero de Al-lah, guiada por la revelación y apoyada por el cuidado divino.

Todo ello ocurría en secreto, durante un periodo de varios años que permitió al Mensajero de Al-lah (Paz y bendiciones sobre él) cimentar, en las almas de dichos hombres y mujeres, una fuerte y correcta fe en Al-lah, una fe cuyas raíces salen de la frase que cambió la historia para siempre, y sacó a la humanidad de las tinieblas a la luz: “La ilaha Illa Al-lah” (No hay dios más que Al-lah).

Así sus corazones se unieron sobre esta firme base, creando una hermandad indeleble y un amor insuperable tanto hacia Al-lah y su mensajero como entre ellos. Eran semillas de bondad y honestidad que iban siendo cultivadas paulatinamente por Muhammad (conocido como “El Honesto” (Al Amín) entre los mismos idolatras de la Meca antes mucho antes de recibir el mensaje). Una purificación tanto espiritual como física que preparaba a los seguidores de Muhammad (Paz y bendiciones sobre él) para ser los hombres que cambiarían la historia para siempre.

El profeta (paz y bendiciones sobre él) les exhortaba a tener compasión y piedad tanto con sus congéneres como con el resto de criaturas, a perdonar a sus enemigos, a ser amables y caritativos, a tener lealtad y honradez, paciencia y perseverancia, a adoptar las virtudes más supremas y seguir su ejemplo y su luz, después de que pertenecieran a una sociedad monolítica y oscurantista.

Inevitablemente, corrieron rumores por las calles de la ciudad de que Muhammad (Paz y bendiciones sobre él) les había traído una nueva religión, hasta el punto de convertirse en el tema más debatido en las reuniones y conversaciones de sus habitantes. Las primeras fisuras religiosas en la sociedad Mequí. Una sociedad que aunque poseía las características de nobleza y generosidad comúnmente prevalecientes entre los árabes de la época, era una sociedad básicamente mercantil y por consecuencia, dominada por una burguesía esencialmente xenófoba y aprofóbica (que sentía desprecio al pobre). Una sociedad en la que prevalecía la desigualdad, la opresión a los más desfavorecidos, una esclavitud que despojaba a los esclavos de su humanidad y los consideraba como meros objetos, así como una terrible explotación sexual que sufrían las mujeres. No es de extrañar por lo tanto que algunas de las personas pioneras desde el alba del Islam fueran mujeres.

Teniendo en cuenta estos factores junto a muchos otros como el dominio y el estatus de la tribu de Quraish en la península arábiga, la importancia tanto económica como religiosa de su ciudad (La Meca), etc. es obviamente lógico que las clases dominantes no fueran a escatimar esfuerzos en sofocar cualquier manifestación de rebeldía (especialmente cualquiera de carácter religioso) y evitar cualquier estallido social. En realidad, este acérrimo proteccionismo frecuentemente no se debía a una genuina devoción a sus ídolos y dioses, sino al miedo a perder su estatus y poder, a poner en duda su autoridad heredada por linaje o adquirida por amasar fortunas. El orden Social de la Meca era un verdadero caudal de oro para las clases dominantes, y para ellos la idea era clara: pase lo que pase, no dejarían que ello cambiase.

No obstante, nunca se imaginaban que por muchos planes que trazaran y complots que tejieran entre ellos, Al-lah (alabado y glorificado sea) iba a cumplir su voluntad y causar la victoria del Profeta (Paz y bendiciones sobre él) de la forma más sutil y en las condiciones aparentemente más adversas. Y así se cumple la promesa de Al-lah (alabado y glorificado sea): “Quieren apagar la luz de Al-lah con sus bocas, pero Al-lah siempre hace culminar Su luz por mucho que les pese a los incrédulos.” [61:8]

Mientras tanto el Profeta (Paz y bendiciones sobre él) había reunido un grupúsculo de fieles que se reunían en la casa de Al Arqam Ibn Al Arqam, para recibir sus enseñanzas, memorizar las partes del Corán que le iban siendo revelados gradualmente. Dichas partes Coránicas que fueron reveladas en la ciudad de Meca (antes de la emigración a la ciudad de Madina), conocidas como el Corán Mequí, se centran esencialmente en temas de fe, estableciendo las bases firmes de la creencia islámica. Normalmente, sin contener prescripciones en materia de adoración.

En dicha casa acudían ricos y esclavos, blancos y negros, desapareciendo cualquier tipo de distinción racial o social entre ellos. Algo tan escandaloso como sentarse con un esclavo y aprender de él, se convertía en algo totalmente natural en el Islam.

El profeta (paz y bendiciones sobre él) les exhortaba a evitar confrontaciones con los no-musulmanes. Partiendo de la base de la libertad de todo el mundo a creer o no.

“No cabe coacción en religión. La buena dirección se distingue claramente del descarrío. Quien no cree en los falsos dioses y cree en Alá, ciertamente se ha aferrado a la cuerda más segura, aquella en la que no cabe ninguna fisura. Al-lah es todo Oyente, Omnisciente.” [2:256]

Muchos escolásticos de la Sira (La biografía del Profeta (Paz y bendiciones sobre él)) denominan este período de los inicios del islam en la Meca como “La misión clandestina” (Al Da’ua As-Sirriya), cuando en realidad se tenía pleno conocimiento en la Meca de la misión del Profeta (Paz y bendiciones sobre él) desde el principio, y tampoco fue exactamente su intención mantenerla en secreto, sino simplemente enfocarla de manera individual en vez de colectiva, permitiendo así una formación más pormenorizada a personas que se encargarían de llevar a cabo un desarrollo humano a escala universal.

Tres años más tarde, fue revelada la ayah 214 del capítulo 26: “Y advierte a tu pueblo más cercano.” Ordenándole ampliar su misión y hacer llegar de forma pública su mensaje al resto de su clan. Lo cual puso al mensajero (Paz y bendiciones sobre él) ante un verdadero dilema. Dividido entre el amor y el cariño que siempre sintió por el pueblo de la Meca, su gente y sus familiares, y entre su deber ético de hacer llegar el mensaje divino que le fue encomendado y no temer a nadie en su misión excepto a su remitente. Como no podía ser de otra forma, el Profeta (Paz y bendiciones sobre él) puso su amor y devoción por Al-lah por encima de cualquier otro tipo de amor o lealtad.

Es una nueva etapa en la misión profética de Muhammad (Paz y bendiciones sobre él), desde ese momento, fue claro lo inevitable que era la confrontación. Eran dos fuerzas opuestas, dos visiones antónimas. Por una parte, una élite Quraishí tradicionalmente bélica, violenta e inflexible (lo cual se iba a traducir en varios conatos de agresión y hasta de asesinato contra el Profeta), por otra, el mensajero de Al-lah, aparentemente indefenso (digo aparentemente ya que en realidad nunca dejó de disponer del abrigo de Al-lah), desarmado, pacífico, pero con pretensiones radicalmente revolucionarias no sólo para la ciudad en la que vivía, sino para el mundo entero en aquella época.

Básicamente, se puede resumir la misión del mensajero de Al-lah misión en el establecimiento de un monoteísmo puro y absoluto, y en llevar una vida regida por una conducta ética y moralmente correcta (tanto a nivel individual/personal como colectivo/social). La igualdad absoluta entre pobres y ricos, blanco y negros, hombres y mujeres, a la que invita el profeta (paz y bendiciones sobre él) era irreconciliable con los intereses de los líderes de los clanes de Quraish. Simplemente era la verdad contra la falsedad, una era dominada por el mito y la superstición contra una nueva era marcada por el uso del raciocinio iluminado por la revelación divina. Un régimen antiguo frente la aspiración a una liberación de este último. Una oposición reflejada por las siguientes dos aleyas respectivamente:

“Y cuando se les dice: Venid a lo que Al-lah ha hecho descender y al Mensajero, dicen: Tenemos bastante con aquello en lo que encontramos a nuestros padres. ¿Y si sus padres no sabían nada y carecían de guía?” [5:104]

“¿Es que no van por la tierra teniendo corazones con los que comprender y oídos con los que oír? Es verdad que no son los ojos los que están ciegos sino que son los corazones en los pechos los que están ciegos.” [22:46]

Y así pues, al recibir el Profeta (P) la orden de divulgar el Islam de forma pública, salió y llamó a su clan (los Banu Hashim) reuniéndose así unos cuarenta y cinco personas alrededor de él. No obstante su tío Abu Lahab (título que se dio a Amr Ibn Hisham) trató de boicotear congregación. El Profeta (P) insistió, y la reunió de nuevo y pronunció lo siguiente: “Alabado sea Al-lah, le doy las gracias, en Él busco ayuda, creo en Él y en Él me apoyo, y doy testimonio de que no hay Dios excepto Al-lah, solo sin asociados.” Y prosiguió: “Ciertamente un líder no miente a su pueblo, y juro por Al-lah quien no hay Dios excepto Él, yo soy el mensajero de Al-lah a vosotros en exclusiva y a la humanidad en general, juro por Al-lah que moriréis del mismo modo que dormís, seréis resucitados del mismo modo que despertáis, seréis juzgados por aquello que hacéis, y será o un eterno paraíso o un eterno infierno.”

En otro llamamiento del Profeta (P), este subió a un montículo de la ciudad de la Meca llamado Al Safá y llamó: “Pueblo de Quraish, comprad vuestras almas de Al-lah, salvaos del infierno, porque ciertamente yo no poseo beneficio ni prejuicio para vosotros, y no os serviré de nada ante Al-lah.” Y Así fue nombrando una a una las tribus de la Meca y repitiendo las mismas advertencias a cada una de ellas, hasta dirigirse a su propia hija Fátima diciendo: “Fátima, hija de Muhammad, pide cuanto quieras de mis posesiones, pero sálvate del infierno, porque yo no poseo beneficio ni prejuicio algunos para ti, y no te sirvo de nada ante Al-lah.” Y concluyo dirigiéndose a todos diciendo: “Excepto que tenéis un parentesco conmigo al que le daré su debido valor”.

Es un llamamiento advirtiendo del hecho de que las cadenas del tribalismo que hasta entonces marcaban las vidas de los árabes y regulaban sus interacciones se habían fundido, y que la única forma de mantener las relaciones de parentesco en pie es a través de la creencia en la misión del Profeta (P), ya que la relación con Al-lah prima por encima de cualquier otro tipo de lazo familiar o vinculo social.

Ese fue el panorama hasta que se reveló el versículo 94 del capítulo “¡Anuncia lo que se te ordena y apártate de los asociadores (idolatras)!” Ordenando que la misión se hiciera definitivamente pública y manifiesta. Y así, el mensajero de Al-lah (P) empezó a invitar a las gentes de la Meca, acudiendo a sus reuniones, en los mercados, en las calles, en solitario y en muchedumbres. Empezó a rezar en los alrededores del la Kaaba (el santuario más sagrado) en pleno luz del día, y a recitar versículos del libro de Al-lah, llenos de luz y guía, que les dejaban atónitos. Algunos le tachaban de poeta, algunos de hechicero y otros de lunático.

Poco a poco, el Islam fue ganando nuevos adeptos, uno por uno, fueron incrementando el número de fieles entre sus filas, hasta dividirse profundamente la sociedad Quraishí, entre los seguidores del Profeta (P) por un lado, y por otro los no musulmanes que permanecían en su idolatría. No obstante, al incrementarse el número de nuevos musulmanes, se intensificó su abuso por parte de los no musulmanes, convirtiéndose en una continua tortura y una verdadera persecución religiosa, dirigida especialmente a los individuos más vulnerables. Esta situación empujó al profeta (P) a invitar a algunos de sus seguidores a emigrar a Abisinia. Dicha emigración será el tema de mi próximo blog.

Wassalaamu alaikum wa rahmatul-lah
Y que la Paz y la misericordia de Al-lah estén con vosotros.

La Basmala



Por Hisham Muhammad:

En el nombre de Al-lah el Misericordioso, el Compasivo.

Como musulmanes, se nos ha enseñado desde una edad muy temprana a repetir la expresión de “Bismillah” antes de efectuar una acción, especialmente antes de comer y beber. No obstante, desafortunadamente muchos de nosotros ni si quiera entiende bien los bellos significados que entraña dicha palabra e ignora los tremendos valores que contiene.

¿Cómo puede un musulmán agradecerle a su Señor por sus muchas bendiciones?‏

¿Cómo puede un musulmán agradecerle a su Señor por sus muchas bendiciones? ¿Cuáles son las mejores maneras en que un musulmán puede agradecer a Dios por todas las bendiciones que Allah nos ha concedido?

Alabado sea Allah.


Primero:
El agradecimiento o gratitud significa benevolencia recíproca y elogio hacia quien ha hecho algo bueno. Quien más merece que la gente le agradezca y elogie es Dios, glorificado y exaltado sea, por los grandes favores y bendiciones que Él ha concedido a Sus servidores, tanto espiritual como en el terreno mundano. Allah nos ha ordenado agradecerle por estas bendiciones y no negarlas.

Allah dijo (traducción del significado): “Recordadme pues, que Yo os recordaré, agradecedme Mis mercedes y no seáis ingratos” (al-Báqarah 2:152).

Segundo:
Los más grandes en obedecer esta orden y en agradecer a su Señor hasta merecer ser descritos como shákir y shakúr (agradecidos) son los profetas y mensajeros (que la paz y las bendiciones de Allah sean con todos ellos).

Allah dijo (traducción del significado):
“Por cierto que Abraham fue un guía ejemplar que reunió las mejores virtudes, fue obediente a Allah, monoteísta y nunca se contó entre quienes Le asociaron copartícipes. También agradeció los favores de Allah. Él lo eligió y lo guió por el sendero recto” (an-Náhl 16:120-121).

“¡Oh, descendientes de quienes salvamos junto a Noé en el arca! Seguid su ejemplo, Ciertamente era un siervo agradecido” (al-Isra' 17:3).

Tercero:
Allah ha mencionado algunas de las bendiciones que Él ha conferido a Sus servidores, les ha ordenado ser agradecidos por ellas y nos ha dicho que pocos de Sus servidores le agradecen:

Allah dijo (traducción del significado):
“¡Oh, creyentes! Comed de las cosas buenas que os hemos proveído, y agradeced a Allah, si es que adoráis sólo a Él.” (al-Báqarah 2:172).

“Os hemos establecido en la Tierra y dispuesto los medios para que viváis en ella. ¡Qué poco agradecidos sois!” (al-A’ráf 7:10).

“Y entre Sus signos están los vientos que Él envía para traeros la lluvia y agraciaros con Su misericordia, y para que naveguen las naves con Su voluntad y podáis procurar vuestro sustento; agradecedle pues.” (ar-Rúm 30:46).

Entre las bendiciones espirituales, Allah menciona (traducción del significado):
“¡Oh, creyentes! Cuando os dispongáis a hacer la oración lavaos el rostro y los brazos hasta el codo, pasaos las manos por la cabeza y [lavaos] los pies hasta el tobillo. Si estáis en estado de impureza mayor, purificaos. Y si estáis enfermos o de viaje, o alguno de vosotros viene de hacer sus necesidades, o habéis tenido relaciones con vuestras mujeres y no encontráis agua, recurrid a tierra limpia y pasáosla por el rostro y las manos. Allah no quiere imponeros ninguna carga, sólo quiere purificaros y completar Su gracia sobre vosotros para que seáis agradecidos” (al-Má'idah 5:6).

Y hay muchas otras bendiciones. Sólo hemos mencionado algunas de estas aquí; mencionar todas es imposible, como Allah dijo (traducción del significado):
“Él os ha dado todo cuanto Le pedisteis. Sabed que si intentarais contar las gracias de Allah no podríais enumerarlas; ciertamente el hombre es injusto, desagradecido” (Ibrahím 14:34).

Entonces Allah nos bendijo y perdonó nuestra falta de agradecimiento por ello. Allah dijo (traducción del significado):
“Si intentarais contar las gracias de Allah no podríais enumerarlas. Allah es Absolvedor, Misericordioso” (an-Náhl 16:18).

El musulmán está siempre pidiendo a su Señor que le ayude a agradecerle, porque si no fuera por la ayuda de Allah hacia Sus servidores, estos no podrían agradecerle. Por eso está prescrito en la Tradición Profética Auténtica pedir ayuda a Dios para agradecerle.

Se narró de Mu’ádh ibn Yabal que el Mensajero de Allah (que Allah esté complacido con él) tomó su mano y dijo: “Oh, Mu’ádh, por Allah, yo te amo, por Allah, te amo”. Entonces él dijo: “Te aconsejo, Mu’ádh, no falles en decir luego de cada oración: “Oh Allah, ayúdame a recordarte, a agradecerte y a adorarte apropiadamente”.
Narrado por Abu Dawud (1522) y an-Nasá’i (1303); clasificado como auténtico por al-Albani en Sahih Abu Dawud.

La gratitud por las bendiciones recibidas es una causa de que se incrementen, como Allah dijo (traducción del significado):
“Vuestro Señor os hace saber que si Le agradecéis, Él incrementará vuestro sustento; y sabed que si sois desagradecidos Su castigo será severo” (Ibrahím 14:7).

Cuarto:
¿Cómo puede una persona agradecer a su Señor por Sus enormes bendiciones? Su gratitud debe satisfacer todas las condiciones necesarias, que son la gratitud del corazón, la gratitud de la lengua y la de las facultades físicas.

Ibn al-Qayím (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “La gratitud puede estar en el corazón, en la sumisión y humildad; en la lengua, la alabanza y el reconocimiento; y en las facultades físicas, por medio de la obediencia y la sumisión”.
Madáriy as-Saalikín, (2/246).

Los detalles de esto:
1 – La gratitud del corazón: lo que significa es que el corazón siente el valor de las bendiciones que Allah le ha conferido a Sus servidores y reconoce completamente que quien les ha conferido estas grandes bendiciones es Allah solamente, sin compañero ni asociado. Allah dijo (traducción del significado):
“Todas las gracias que os alcanzan provienen de Allah” (an-Náhl 16:53).

Este reconocimiento no es sólo recomendable; más bien es obligatorio. Quien atribuya estas bendiciones a otro que Allah está descreyendo.

El shéij ‘Abd ar-Rahmán as-Sa’di (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Lo que el creyente debe hacer es atribuir las bendiciones a Allah y reconocerlas completamente. Así logrará una fe completa en la unidad absoluta de Dios (tawhíd). Quien niegue las bendiciones de Allah en su corazón o con su lengua, es un incrédulo y no tiene nada que ver con el Islam.

Quien afirme en su corazón que todas las bendiciones provienen de Allah solamente, pero verbalmente las atribuye a alguien más que Allah algunas veces se las atribuye a sí mismo, a sus acciones, o a los esfuerzos de alguien más, como sucede en los labios de mucha gente, esto es algo de lo que el creyente debe arrepentirse, no debe atribuir las bendiciones a nadie más excepto a su Creador, y debe esforzarse para hacer eso, porque la fe y el tawhíd no puede ser alcanzado excepto atribuyéndole las bendiciones a Allah.

La gratitud, que es la cabeza de la fe, está basada en tres pilares: el reconocimiento en el corazón de todas las bendiciones que Allah nos ha concedido, tanto a nosotros como a los demás, hablar acerca de ellos; glorificar a Dios por ellas y usarlas como motivo para obedecer al Único que nos concedió esas bendiciones, y adorarlo”.
Al-Qawl as-Sadíd fi Maqásid at-Tawhid (p. 140).

Allah dijo, describiendo la situación de quien niega las bendiciones de Allah (traducción del significado):
“Saben que las gracias provienen de Allah pero las niegan, y la mayoría de los hombres son incrédulos.” (an-Náhl 16:83).

Ibn Kazír (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “… es decir, ellos reconocieron que Allah es quien les garantiza eso, y que Él es Quien les otorga ese favor, a pesar de lo cual todavía lo niegan y adoran a otros aparte de Él, y le atribuyen la victoria o la provisión a otras falsas divinidades”.
Tafsir Ibn Kázir (4/592).

2 – Sobre la gratitud en la palabra, significa reconocimiento verbal, después de la fe en el corazón, de que quien nos garantiza las bendiciones ciertamente es Allah, y mantener nuestra lengua ocupada con la adoración a Allah, glorificado y exaltado sea.

Allah dijo, explicando Sus bendiciones a Su servidor Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), (traducción del significado):

“Y te encontró pobre y te enriqueció” (ad-Duhá 93:8).
Entonces Él le recordó por eso: “Y divulga las gracias de tu Señor” (ad-Duhá 93:11).

Ibn Kázir (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “… es decir, como tú eras pobre y necesitado, entonces Allah te hizo rico e independiente de los medios; entonces habla de las bendiciones que Allah te concedió”.
Tafsir Ibn Kázir (8/427).

Se narró que Anas ibn Málik dijo: “El Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Allah está complacido con una persona que come algo y Lo alaba por eso, o quien bebe y Lo alaba por eso”.
Narrado por Muslim (2734).

Abul ‘Abbás al-Qurtubí (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Alabar significa gratitud y aunque la alabanza puede tomar el lugar de la gratitud, la gratitud no puede tomar el lugar de la alabanza. Esto indica que agradecer por las bendiciones, aún si son pocas, es un medio para alcanzar la complacencia de Dios, glorificado y exaltado sea, la cual es la más noble situación de la gente del Paraíso. Cuando la gente del Paraíso dice “Nos has dado lo que a nadie más de Tu creación”, Allah les responderá: “¿Acaso no os daré algo mejor que eso?”, y ellos dirán, “¿Qué es? ¿Acaso no has iluminado Tú nuestros rostros, nos has admitido en el Paraíso y nos has salvado del Infierno?”, y Él les responderá, “Yo os concedo Mi complacencia y nunca estaré enojado con vosotros después de eso”.

La gratitud es un medio para alcanzar este gran honor, porque implica reconocer al Otorgador de las bendiciones y reconocerlo como el Único Creador de esas bendiciones, el Único que hace que esas bendiciones nos lleguen, como un honor y un favor del Otorgador, que el destinatario de las bendiciones es pobre y está necesitado de esas bendiciones, y no puede estar sin ellas. Así, este es un reconocimiento de los derechos, la munificencia de Dios, del deber y la necesidad de sus criaturas. Allah ha hecho que la recompensa por ese reconocimiento sea este gran honor”.
Al-Mufhim lima áshkala min Taljís kitab muslim (7/60-61).

Por eso algunos de las primeras generaciones de musulmanes rectos dijeron: “Quien oculte una bendición la ha negado, pero quien la manifieste y la difunda ha dado gracias por ella”.
Ibn al-Qayím dijo, comentando esto: “Esto está basado en las palabras: “Cuando Allah confiere una bendición a una persona, Él ama que el efecto de Su bendición sea evidente en Su servidor”.
Madáriy as-Saalikín (2/246).

Se narró de ‘Umar ibn ‘Abd el-‘Azíz (que Allah tenga misericordia de él) que dijo: “Recuérdense las bendiciones el uno al otro, porque mencionarlas es una forma de gratitud”.

3 – La gratitud de las facultades físicas significa utilizar nuestras facultades físicas en obedecer a Allah y preservarlas de cometer pecados o actos de desobediencia que Allah ha prohibido.

Allah dijo (traducción del significado):
“Trabajad con agradecimiento a Allah por los favores concedidos ¡familia de David!” (Saba' 34:13).

Se narró que ‘Aa'isha dijo: “Cuando el Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) rezaba, él se ponía de pie por tanto tiempo que su pie se hinchaba. ‘Aa'ishah dijo: “Oh, Mensajero de Allah, ¿haces esto aún cuando Allah ha perdonado tus faltas pasadas y futuras?”, y él respondió: “Oh, ‘Aa'ishah, ¿acaso no debo ser un servidor agradecido?”.
Narrado por al-Bujari (4557) y Muslim (2820).

Ibn Battál (que Allah tenga misericordia de él) dijo:
“At-Tabari dijo: “El punto de vista correcto acerca de esto es que la gratitud de la persona consiste en afirmar que esto proviene de Allah y de nadie más, y aseverar esto es una actitud confirmada por los actos. Sobre la versión que es contradicha por los actos, quien hace eso no merece ser llamado verdaderamente agradecido. Pero puede decirse que su gratitud está en la lengua. La evidencia de esto son las palabras que Allah dijo (traducción del significado):
“Trabajad con agradecimiento a Allah por los favores concedidos ¡familia de David!” (Saba’ 34:13).
Es bien sabido que Él no se lo ordenó cuando les dijo eso, que afirmen sus bendiciones, porque ellos no negaron que este fuera un favor de Él hacia ellos. Más bien Él les ordenó dar gracias por Sus bendiciones obedeciéndole a través de sus actos. De la misma manera, el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), cuando su pie se hinchó cuando estaba rezando por la noche, dijo: “¿No seré yo un servidor agradecido?”.
Shárh Sahih al-Bujari (10/183-184 begin_of_the_skype_highlighting 10/183-184 end_of_the_skype_highlighting).

Abu Harún dijo: “Entré a ver a Abu Házim y le dije: “Que Allah tenga misericordia de ti, ¿cuál es la gratitud de los ojos?”, y él dijo: “Si ves algo bueno con ellos, lo mencionas, y si ves algo malo con ellos, lo ocultas”. Yo dije: “¿Cuál es la gratitud del oído?”, y él dijo: “Si tu oyes algo bueno con ellos, lo recuerdas, y si oyes algo malo con ellos, lo olvidas”.

Ibn Ráyab al-Hánbali (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “La gratitud es de dos grados, uno obligatorio, que es realizar los actos ineludibles y evitar las cosas prohibidas. Esto es esencial y es suficiente como gratitud por estas bendiciones.

Por eso uno de los sucesores rectos del Profeta dijo: “La gratitud significa abandonar el pecado”.

Y otro de ellos dijo: “La gratitud significa no usar ninguna bendición que Allah nos conceda en desobedecerle a Él”.
Abu Házim az-Záhid mencionó la gratitud de las facultades físicas: “abstenerse del pecado, y usar las bendiciones concedidas para realizar actos de obediencia”. Luego dijo: “Sobre quien da gracias con su lengua pero no con sus facultades físicas, es similar a quien tiene una capa y la sostiene por el borde, pero no se la pone, entonces no lo protegerá del frío ni del calor, ni de la nieve o la lluvia”.

El segundo tipo de gratitud es hacer lo recomendable, lo cual es cuando, después de realizar los actos obligatorios y evitar los prohibidos, el musulmán realiza actos voluntarios de adoración y culto. Este es el grado de aquellos que están a la vanguardia en cercanía de Dios”.
Yami’ al-‘Ulúm wal Hikám (p. 245, 246).
En resumen:

Para ser agradecido con tu Señor por las bendiciones que Él te ha conferido, debes reconocer en tu corazón que el Dador de estas bendiciones es Allah, el Otorgador, glorificado y exaltado sea, para que Lo veneres, las atribuyas sólo a Él, y reconozcas esto con tu lengua, para que puedas agradecerle cada mañana al levantarte por tener nueva vida, después de comer y beber, por haberte provisto y haberte otorgado esto, y así con cada bendición que puedas ver en tu vida.

Estarás dando gracias con tus facultades físicas no permitiendo que éstas vean u oigan cosas prohibidas o pecaminosas, tales como la maledicencia y los rumores; no caminar con tus pies hacia ningún lugar prohibido; no usar tus manos para cometer ningún mal, ni firmar contratos prohibidos, ni hacer nada ilegal. Dar gracias con las facultades físicas por las bendiciones también incluye usar estas bendiciones concedidas para obedecer a Dios, leyendo el Corán y los libros del conocimiento, escuchando y aprendiendo cosas útiles y beneficiosas, y así con todas tus facultades físicas que debes usar en varias formas de obediencia y adoración a Dios.

Recuerda que la gratitud por las bendiciones es una bendición también, por la que debes estar agradecido, para que puedas continuar disfrutando de las bendiciones de Dios y agradeciéndole por esto, alabándolo por ayudarte a estar entre los agradecidos.

Le pedimos a Allah, glorificado y exaltado sea, que nos ayude a nosotros y a ti a hacer lo que Él ama y lo que a Él le satisface.

Y Allah sabe más.





La Zona más baja de la Tierra

En la traducción del Corán encontramos lo siguiente:
“Alif-lam-mim, los bizantinos han sido vencidos en el área más baja de la tierra. Pero después de su derrota, vencerán dentro de varios[1] años. Todo está en manos de Allah, tanto el pasado como el futuro. Ese día, los creyentes se regocijarán de auxilio de Allah. Auxilia a quien Él quiere. Es el Poderoso, el Misericordioso. ¡Promesa de Allah! Allahno falta a Su promesa. Pero la mayoría de los hombres no saben.” Los Bizantinos, 1-6. [1]

Los lingüistas árabes dicen que la palabra bidh traducida aquí por “varios” se considera un número del tres al nueve. Entonces, el verso significa que los bizantinos vencerán en el transcurso de tres a nueve años. En efecto, derrotaron a los persas siete años después.


Realidad científica:

Los libros de historia hablan de la batalla que estalló entre los persas y el Imperio Bizantino –situado al Este del Imperio Romano- en la zona entre Adrahat y Busra, cerca del Mar Muerto. En este encuentro bélico, los persas derrotaron a los bizantinos, en 619 D. C.

Los bizantinos fueron golpeados con severidad en aquella batalla, de modo que todo el mundo, en aquella época, pensó en la decadencia y caída de ese imperio. Sin embargo, pasó algo inesperado, pues, en diciembre de 672 D.C., estalló otra batalla entre ambos, en Nineveh, en la cual los persas fueron vencidos. Pocos meses después, los persas se vieron obligados a firmar un acuerdo según el cual tendrían que retirarse de todo el territorio ocupado. Los atlas geográficos muestran que el punto más bajo de superficie terrestre está situado cerca del Mar Rojo y desciende una profundidad de 395 metros bajo el nivel del mar. Las fotos y medidas tomadas por satélites apoyan este dato.

Naturaleza del milagro:

En realidad hay dos milagros en este verso:

1-El primero se refiere a lo mencionado en el noble Corán acerca de la victoria de los bizantinos, la cual tendría lugar en el transcurso de tres a nueve años, tras una aplastante derrota. En efecto, al cabo de siete años, la profecía coránica se cumplió. Esta victoria bizantina coincidió con la de los musulmanes de Arabia en la batalla de Badr. Según los incrédulos árabes, la victoria de los bizantinos era imposible, por ello comenzaron a burlarse de los versos del Corán y apostaron grandes cantidades de dinero a favor de otra derrota bizantina. Cuando la profecía se cumplió a favor de los musulmanes, que esperaban la victoria de los bizantinos, los incrédulos se decepcionaron.


2-Los versos nos informan sobre un hecho científico que se desconocía en ese entonces, ya que afirman que los bizantinos perdieron su batalla con los persas y ésta tuvo lugar en el área más baja de la tierra. En árabe, la palabra adna tiene dos significados: bajo y cercano. Por una parte, el lugar donde estalló la batalla es el punto más cercano a la Península árabe y a su vez es el área más bajo sobre la tierra, ya que está a una profundidad de 1312 pies (400 metros aprox.) por debajo del mar.


Según la Enciclopedia Británica, los satélites han registrado los mismos datos. Asimismo, los sucesos históricos muestran que dicha batalla estalló en el punto más bajo de la tierra, en la cuenca del Mar Muerto. En aquella época, era imposible saber que ésta era el punto más bajo de la tierra.

Segín la traducción del Corán: “Di: ¡Albado sea Dios, Él os mostrará sus signos y vosotros los reconoceréis.

Publicado por Mariam el 15 de mayo 2010
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